El
arte es controversial la mayoría de las veces. Parece que cuando el
arte habla de lo extremadamente cotidiano pierde su magia, como hacer
el queaser, pagar las cuentas, cuidar a los hijos… Sin embargo, la
cotidianidad de cada persona no es la misma. Un caso interesante es
R. Loyola, preso desde hace algunos años en la prisión de Puente
Grande, en Jalisco, México. Sus días transcurren detrás de los
barrotes en convivencia con otros recluidos. Bajo estas
circunstancias, cualquier forma de arte que este hombre logre será
interesante por más de una razón. Aquí desmenuzaremos algunos de
los aspectos que conforman este disco de larga duración.
El
Silencio de mi Celda es un disco del 2017, producido dentro de la
cárcel Puente Grande con apoyo del Ignoto y de Ninja Records. Los
años que ha transcurrido R. Loyola, producto de una falsa
acusación, le han servido para pulir su técnica y dar a luz a esta
obra en forma de rap. Antes que nada, cabe mencionar que R. Loyola no
es inocente, él mismo lo dice, sino que fue acusado y encarcelado de
un delito que nunca hizo, mismo del que no se ha podido exhumar. Este
tiempo lo ha cambiado, como a cualquier persona le hubiera pasado.
Con el tiempo, aprendió a apreciar el silencio, y a partir de él
crear música, tal como el título del disco sugiere.
El
disco está compuesto por 12 canciones, de las cuales la primera es
una introducción donde da una panorámica de qué va a tratar toda
la obra. A lo largo del LP, hay samples y fragmentos de distintas
procedencias, como de la película Sangre por Sangre, la que es una
referencia perfecta por su situación de reo. Las canciones tienen
una duración promedio de 3-5 minutos, lo que es una tendencia de la
música actual, compuestas por la alternancia de versos y coros
sencillos. Es un disco con una estructura básica, pero bien
realizada.
Se
nota la influencia por el rap tradicional que R. Loyola proyecta en
cada una de las canciones. Una métrica regular con rimas sencillas y
temas que han sido recurrentes para el género desde hace mucho
tiempo. Sin embargo, algo que es importante de remarcar es la amplia
gama de temas que aborda, como la situación de la cárcel, la
historia de su acusación, su gusto por el graffiti, competición,
Dios, el amor y su madre, entre otras temáticas. Ofrece una variedad
de temas para sus compañeros presos y para la gente que lo escucha
desde fuera. Su gusto por el boom-bap o el bombo y caja es evidente.
Además, la unidad del disco es clara, ya que los beats cargan con un
sonido propio pero que se asemejan entre sí.
Como
casi toda obra artística, tiene sus detalles. R. Loyola debe de
cuidar situaciones como las que todos se enfrentan cuando hacen arte,
que es la socialización y el conocimiento de la cultura en general.
El arte es cultura y es social por naturaleza. Cuando dice que él es
David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera al mismo tiempo, los está
minimizando. Estos dos muralistas son algunos de los más grandes
artistas que México ha parido, y el ego de R. Loyola intentó
ponerse a la par de estos dos grandes pintores. Para cualquiera que
conozca la referencia, sabrá que Loyola se equivocó, por lo que
debe de cuidar más el engrandecimiento de su ego para la próxima
ocasión. También, se recomienda que ofrezca más variedad sonora en
su producción. Es verdad que él prefiere la poesía y el lirismo,
sin embargo para cualquiera es más ameno escuchar armonía y
variedades rítmicas de buen gusto. Incluso, es buena idea recordar
que la poesía se sienta en el ritmo. Un rapero que se enfrasca en un
flow y en una técnica para rapear cuenta con un arsenal limitado
para expresarse. En general, por su posición es un disco bien
logrado, pero no por eso debe de confiarse y darse la libertad de
conformarse con poco.
R.
Loyola es un rapero que demuestra que su destino es rapear. Por lo
mismo, debe de seguir puliendo sus habilidades y de seguir aspirando
más alto en cuanto a técnica y ejecución. Es bueno en lo que hace,
además de que tiene alma de artista, mismos factores que van a jugar
a su favor en su carrera. Un aplauso para esta obra de Loyola que
nació en la cárcel y que aspira a llegar a los oídos del mundo entero.
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